domingo, 29 de enero de 2012

Las Líneas Maternas y sus apellidos.

 La  cultura  y  el orden establecido siempre nos han llevado a concentrarnos  en nuestras raíces paternas  y  hacer que caigan en el olvido  las líneas de ascendencia materna, pero no ha de ser este mi caso,  o nuestro caso. Y eso propongo como finalidad en todo lo que aquí vayamos  a compartir.

Cierto,  que  iniciamos este espacio de comunicación , basándonos en el apellido San Pelayo/Sampelayo,  que para muchos de nosotros está ligado al padre,  si bien para buena parte  de personas del grupo,   está ligado a la madre  en el momento presente;  es el caso de los que actualmente llevan este apellido en segundo lugar.

Esa posición secundaria ha hecho que muchos apellidos   dejen  de preservase con el paso del tiempo, aunque por fortuna en España   la Ley 20/2011, de 21 de julio, del Registro Civil en su artículo 53 regula el  cambio de apellidos mediante declaración de voluntad. Es decir que  ya se puede solicitar la  inversión del orden de apellidos .

Esto  permitirá dar importancia al apellido que se ha recibido de la madre, conservándolo, a tenor de lo que se contempla  en artículo 54 sobre el cambio de apellidos. Impidiendo en todo caso que desaparezca  y que pase a ser historia, especialmente cuando el apellido  recibido de la madre  ha disminuido  tanto que hace peligrar su conservación  en el devenir de la historia.  Quizá estos artículos de la ley,  sean objeto de crítica para muchos genealogistas  y puedo comprender perfectamente sus motivaciones,  pero yo,  trato de romper una lanza por este apellido nuestro   tan minoritario ya,  en España, cuanto más en América   donde gracias a nuestros emprendedores emigrantes , se extendió en el siglo XIX.

Conozco y admiro la noble y respetuosa decisión de D. Primitivo Hernández  Sampelayo  que a principios del siglo XX tramitó su solicitud para preservar su apellido de línea materna de manera que logró que se le autorizara  mantener el mismo como si se  de un apellido compuesto se tratara, quedando su grafía como  “ Hernández-Sampelayo”.
Fue una buena manera de prolongar la memoria de su apellido, manteniendo lo que sin duda se habría llegado a perder.
Caso parecido  fue el logro de uno de los emigrantes  de Villoslada de Cameros  que a mediados del siglo XIX  modificó el orden de sus apellidos  una vez llegado a Cuba, colocando   en primera posición  el apellido materno. Es lo que hizo que  D. Ramón Pérez Sampelayo, pasase a ser conocido como Ramón Sampelayo, gracias a lo cual buena parte de personas que hoy residen en Chile, Cuba o Miami perpetúan su legado.

Dicho esto quisiera hoy  dejar claro que le doy la misma importancia a la patrilinealidad que a la matrilinealidad  ( seguimiento de la ascendencia a través de los varones o a través de las hembras) pero no obstante el trabajo de investigación en torno al apellido sampelayo tiende a marcar una pauta centrada en los parientes varones de cada linaje lo que sin duda nos brinda una oportunidad magnífica para conocer y profundizar todo lo que se pueda en la relación de las sucesivas abuelas, cónyuges de nuestros abuelos “san pelayo/sampelayo”. Por eso hoy honro a algunas de ellas aunque solo sea mencionando su nombre:
-Mª José López,  mi madre,  y de cuatro hermanos más, ama de casa, auxiliar de clínica, alegre,   generosa, luchadora.
-Emerenciana Romero, mi abuela, cariñosa con sus nietos, enviudó en la guerra civil.
-Amanda Rodriguez, mi bisabuela, crió a 5 hijos y perdió a 2 en la guerra, de gran personalidad y rectitud apoyó  a su esposo en la construcción de un teatro/cine.
-Mª Josefa,  mi 3ª abuela, murió joven, apoyó a su marido en su negocio como comerciante.
-Teresa  Carmona, empresaria y comerciante de paños como lo fue su marido, enviudó pronto quedando al cargo de todos los negocios.
-Mª Clemencia, tuvo dos hijos que emigraron desde Villoslada de Cameros, vivió con su marido muchos años, se puede decir que sacrificaron sus vidas por la prosperidad de sus hijos.
- De las demás Juana,  Sebastiana,  Casilda…..   poco sé todavía.

Pero sin duda  todas ellas imprimieron un modelo educativo en nuestras vidas que ha ido pasándose de madres a hijos/as  hasta nuestros días. En mi caso puedo pensar en algunas virtudes o defectos que fácilmente he podido heredar de ellas  y me siento orgullosa  de que su memoria perdure gracias a  esta búsqueda que honra a cada una  de las historias familiares de todos los que formamos parte de este grupo.

Cuando queráis seguimos profundizando en ello ……y como siempre, espero vuestras enriquecedoras ideas y comentarios.

Elisa Sampelayo